LA PEÑA DEL CHIVO



Esta historia sucedió hace muchos años en la ciudad de Teloloapan, estado de Guerrero, cuando había muy pocos habitantes y las colonias que conformaban la ciudad eran muy escasas.

Cuentan algunas personas muy ancianas, las cuales vivieron en esos tiempos, que algo muy raro, extraño y escalofriante sucedió en las orillas de la ciudad, en un pequeño texcal de grandes piedras volcánicas que se encuentra ubicado al oriente.

Dicen que en aquellos tiempos, por esos rumbos, sólo existía la colonia El Calvario, la cual era considerada como una de las orillas de Teloloapan y que en aquel entonces sólo contaba con unas cuantas casas. Lo que hoy es conocido como colonia “Héroes del 47” sólo eran terrenos solitarios, abruptos y poco transitados, pues aún no se formaba.

Pues bien, en algunos de esos terrenos solitarios se encuentran varios texcales, y es precisamente en uno de estos donde sucedió esta historia. La gente comenta que a dicho texcal acudían varios brujos, no sólo de Teloloapan y alrededores, sino que llegaban desde de otras partes de Guerrero e inclusive de otros estados vecinos, tales como Michoacán, Estado de México, Puebla, etc., lo que hace pensar que por alguna razón se trataba de un lugar muy relevante.

Había veces en que sólo llegaban brujos y brujas solitarios, los cuales realizaban en ese lugar sus hechizos y conjuros para hacer maldad a las personas que querían hechizar o dañar, ya sea porque eran sus enemigos o porque alguien hubiera contratado sus servicios. Era muy común ver arder fogatas por la noche en ese lugar, y quienes tenían la mala suerte de pasar por ahí ya muy entrada la noche, escuchaban ruidos extraños, aullidos, voces escalofriantes, música macabra, lamentos y risas diabólicas. Se cree que esto último ocurría sobre todo cuando los brujos y brujas se reunían para realizar en ese lugar sus “aquelarres”.

Los aquelarres o reuniones de brujos datan desde la Edad Media hasta fines del siglo XVIII, cuando tuvieron su apogeo, pero debido a que se vieron perseguidos por la Inquisición en gran parte del mundo, incluyendo México, los aquelarres tuvieron que llevarse a cabo en secreto y clandestinamente. Para evitar ser descubiertos, los brujos cambiaban de lugar de reunión frecuentemente. Es por ese motivo que cada país o región, contaba con lugares secretos para llevar a cabo sus encuentros de brujos. Estas reuniones se llevaban a cabo por lo regular en lugares solitarios y sombríos, en montañas, cavernas, bosques alejados etc.

Al desaparecer la Inquisición, con la luz de la ciencia y al paso del tiempo, los aquelarres y la práctica de la brujería fueron opacados, pero se siguen practicando hasta la actualidad.

En varias partes del mundo, a estas reuniones de brujos se les conoce como “Sabbat” y se celebran en la noche del viernes al sábado. Algunos otros acostumbran realizarlo cada mes, durante la noche de luna llena. Y en otras partes lo realizan cuatro veces al año: el 2 de febrero, Día de la Candelaria; en la noche del 30 de abril al 1 de mayo, que es la Noche de Walpurgis o Noche de brujas; en la Fiesta de San Pedro, que es el primero de agosto, y el 31 de octubre, día de Halloween.

Pues bien, en algunas de esas fechas señaladas se cree que se llevaban a cabo los aquelarres en ese texcal y en otros lugares ubicados a las orillas de Teloloapan. En dichas reuniones de brujos se acostumbra adorar a Satanás, y se realizan rituales y conjuros con el fin de acrecentar sus poderes. También se dice que algunos realizan sacrificios humanos y participan en orgías. Inclusive se afirma que otros más llegan a consumir diversos tipos de drogas tales como peyote, mariguana, hierbas y hongos alucinógenos, etc., todo esto es con la finalidad de entrar en éxtasis y poder así, de esta manera, entrar en contacto directo con Lucifer, ya sea por contacto físico, o a través del plano astral y etéreo.

La tradición dice que la forma más común es que los brujos sacrifiquen a un macho cabrío en honor a Lucifer. También se cree que ésta es la forma en que se presenta Satanás ante ellos, tomando la forma de macho cabrío, pero la mitad del cuerpo superior adquiere forma humana y el resto de animal.

Lo más seguro es que en los aquelarres llevados a cabo en el texcal de Teloloapan, los brujos lo que sacrificaban era un macho cabrío, pues no se han encontrado en ese lugar vestigios de sacrificios humanos. En contraparte, los brujos inferiores acostumbran sacrificar gallinas negras y gatos del mismo color. Algunos otros también utilizan sapos para sus rituales, usando la exudación o leche que estos animales expelen a través de su piel rugosa. En ocasiones primero hacen enojar al animal, luego lo golpean hasta que se hincha y aumenta de tamaño, después lo exprimen y se untan el cuerpo con el líquido negro y tóxico que le sale al infortunado sapo. Lo anterior lo hacen con el fin de poder entrar en trance y tener visiones, ya que la leche del sapo y el líquido negro son para provocar alucinaciones y de esta manera entablan contacto con su amo Satanás. Al parecer estos eran los sacrificios que se realizaban en el texcal mencionado, pues la gente comenta que todo lo anterior comenzó a desaparecer a partir del momento en que se comenzaron a formar las colonias “Héroes del 47” y “Rubén Figueroa”.

Una prueba de que ahí se celebraban esas reuniones de brujos, es que en una de las piedras que forman ese texcal, quedó plasmada la imagen de un enorme chivo. Dicen que ésa fue la marca que Satanás dejó impresa en ese lugar, como dando a entender que ese texcal le pertenece, ya que ahí fue invocado y adorado durante muchos años. Todavía hoy, en los días de tormenta cuando el viento sopla con fuerza arrastrando nubes grises y castigando los árboles, hay quienes juran escuchar lamentos extraños.

Desde entonces, a ese texcal se le conoce como “La Peña del Chivo”, aunque algunas personas también le llaman “La Cueva del Chivo”. Desafortunadamente algunos vándalos cubrieron con graffiti esa roca donde estaba la imagen del chivo y ya no se distingue con claridad.

Algunas personas de edad avanzada, dicen que la cueva del chivo era refugio de los insurgentes al mando de los generales Vicente Guerrero y Pedro Ascencio Alquisiras. Otros, aseveran que en ese lugar se escondían algunas personas cuando huían de los temibles bandidos conocidos como “los pronunciados”. Se dice que en el fondo de la cueva había un caminito en forma de pasillo y ahí se ocultaba la gente, pero que al paso de los años, las lluvias y deslaves lo cubrieron de tierra.

También cuentan que por esos tiempos llegó a vivir a ese texcal una viejita, de la cual nunca supieron su nombre, pero a la que todo mundo le decía “La Tilica”. Nadie sabía de dónde provenía, pues llegó de repente a vivir a dicho lugar. Dicen que ahí apareció repentinamente, que era una señora muy anciana, flaca y desgarbada, que no hablaba con nadie y vivía sola en una de las cuevas que hay en el texcal.

Cuentan que así como apareció de repente, también de la misma manera desapareció, de la noche a la mañana y ya nunca volvieron a saber de ella. Nunca se supo si era una anciana sin familia que ahí llegó a refugiarse, o si era una de las que participaban en los aquelarres que allí se celebraban.

Su aparición intempestiva y su desaparición repentina, hasta la fecha sigue siendo un misterio, aunque algunas personas aseguran que la viejita falleció y fue enterrada en el panteón de Teloloapan. El único vestigio real de esta historia es el chivo diabólico que quedó dibujado en una roca y que actualmente fue borrado con graffiti por algunos vándalos, aunque tal vez fue borrado a propósito por algunos conocidos de aquellas personas que asistían a los aquelarres, con el fin de liberarse de su estigma; o quizá ese lugar fue escogido de nuevo por algún brujo actual para llevar a cabo ahí de vez en cuando sus trabajos, o sus reuniones de brujos o “aquelarres”. O tal vez se trató de una pintura rupestre a la que los brujos y hechiceros le atribuyeron grandes poderes por su antigüedad, pero a la que el vandalismo la ha dañado irreparablemente.

Por si las dudas, evite usted acercarse de noche por esos lugares, especialmente ahí en donde está ubicada “La Peña del Chivo”, no sea la de malas que se vaya usted a topar con uno de los seres diabólicos que se dice suelen frecuentar ese sitio.

La Peña del Chivo vandalizada, al centro

Uno de los pasillos dentro de la Peña del Chivo


Texcal de piedra volcánica "La Peña del Chivo", en Teloloapan
El autor Mario F. Delgado Castro, en el texcal

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