EL HOMBRE MISTERIOSO

Esto sucedió en la década de los 60 en la colonia Benito Juárez de la ciudad de Teloloapan, y me lo contó el profesor Mario Delgado Arrocena, quien radica en esta colonia desde hace más de medio siglo.

Me relató que un día, de manera misteriosa e inexplicable, apareció de repente en esa colonia un hombre güero, alto, rubio, de ojos azules, del que nunca se supo su nombre ni apellidos, pero todo mundo lo conocía como “José Ninis”.

Tampoco sabían de qué país provenía, ya que no era mexicano. Cuenta que este señor la mayor parte del tiempo vestía de manera estrafalaria y con atuendos de pordiosero, pero que cuando había una fiesta popular o religiosa, aparecía vestido muy pulcramente, de traje y corbata y luciendo en sus dedos unos costosos anillos de oro puro y un reloj del mismo metal.

José Ninis no trabajaba, se la pasaba vagando por las calles de la colonia Juárez y alrededores, y se ponía a platicar con las personas que encontraba en su camino.

Su conversación era amena y entretenida, pues a decir de muchos era un hombre instruido y con una vasta cultura general. Cuenta el profesor Mario, que José Ninis era un hombre muy preparado, ya que hablaba varios idiomas. Lo había oído hablar en español, inglés, latín, portugués, alemán, hebreo, francés, etc., y todo esto causaba admiración entre la gente sencilla de la colonia, ya que estos en su mayoría eran campesinos con escasa instrucción.

La edad de este personaje era de unos cincuenta años y parecía que el tiempo no pasaba por él, pues mientras que la mayoría de las personas de la colonia envejecían él se conservaba igual.

José Ninis vivía en una pequeña casa que estaba a orillas de la colonia Juárez, por el rumbo de la presa del lugar. La gente decía que en la casa de vez en cuando se veían —sobre todo en la noche y cerca de la madrugada— unas luces misteriosas, que al parecer bajaban del cielo y permanecían largo rato iluminando el lugar, para después desaparecer velozmente con rumbo desconocido. Algunas personas afirmaban que estas luces eran platillos voladores provenientes del espacio exterior y tripulados por seres extraterrestres, cuyo objetivo era visitar a José Ninis, pues la gente rumoraba que dado el carácter extraño, raro e inusual de este extranjero, de seguro era un extraterrestre venido de otra galaxia y que estaba aquí por algún motivo que no podían explicarse.

El tiempo pasó y un día se corrió la voz de que José Ninis no había sido visto en varios días por ninguna persona. Entonces algunos ciudadanos que tenían amistad con él fueron a buscarlo a su casa. Como nadie abría, forzaron la puerta y entraron. Al momento vieron que en un camastro estaba José Ninis, acostado boca arriba y sin moverse. Se acercaron a él, lo revisaron y como vieron que no respiraba ni tampoco tenía signos vitales, conjeturaron que había fallecido. Lo envolvieron en un petate y lo velaron toda la noche.

Al día siguiente fueron a hacer un hoyo al panteón para enterrarlo, pero como no tenían ataúd no pudieron hacerlo. Entonces fueron a pedir cooperación con los vecinos para comprar el ataúd y así poder darle cristiana sepultura. Ya era muy noche cuando al fin completaron para el ataúd y lo compraron, metiendo en su interior el cuerpo del difunto.

Decidieron velarlo otra noche más y enterrarlo al día siguiente. Así lo hicieron, y unas cuantas personas se quedaron velándolo. Al otro día se prepararon para llevarlo a enterrar, y entonces uno de los presentes, que había tenido una relación amistosa con el difunto, dijo: "antes de llevarlo al panteón, quiero verlo por última vez", y dicho esto, abrió el ataúd. Pero grande fue su sorpresa y la de todos los presentes cuando se dieron cuenta de que el ataúd estaba vacío y José Ninis había desaparecido. Todos se santiguaron asustados y comentaban que cómo era posible que el cuerpo hubiera desaparecido, ya que ellos estuvieron despiertos en la casa toda la noche y no habían visto nada raro.

Esto causó gran asombro y temor en los habitantes de la colonia, los cuales no salían de su desconcierto y estupor. Algunos decidieron revisar sus pertenencias y cuando levantaron el colchón de su cama, lo encontraron repleto de billetes de distintas denominaciones. Pero estos no sólo eran billetes mexicanos, también había dólares y billetes de varios países del mundo. También encontraron en un cuarto pequeño y oscuro diversos aparatos raros que nunca habían visto, y un sinfín de objetos desconocidos, los cuales se parecían a los que salían en las películas de ciencia ficción.

Todo esto motivó que la gente comentara que José Ninis no estaba muerto, sino que estaba como dormido bajo el influjo de un extraño poder, y que durante la noche llegaron seres de otro planeta para llevárselo con ellos, ya que aseguraban que no era una persona común y corriente y que debido a sus conocimientos superiores y por la forma misteriosa en que llegó a la colonia, sin que nadie supiera su origen, y al desparecer al igual como había llegado, sin explicación y sin que nadie se diera cuenta, sólo significaba una cosa: que José Ninis había venido a la tierra y muy específicamente a la colonia Juárez, con alguna misión especial.

Tal vez vino a realizar algunos estudios científicos o alguna investigación sobre los seres humanos, plantas o animales, y una vez terminada su misión aquí, en este lugar, había contactado a sus compañeros de otros mundos, para que vinieran por él. Y es por esos motivos que desapareció en las narices de todo mundo, sin que nadie se percatara de ello.

Hasta la fecha su desaparición sigue siendo un misterio para todos. Y el profesor Mario Delgado, aún se emociona cada vez que cuenta este relato, pues él tuvo el privilegio de conocerlo y de platicar con él. Yo nunca pude tratarlo, pues en ese entonces era un niño y sólo lo veía pasar de vez en cuando por las calles de la colonia, caminando totalmente erguido, con la mirada pensativa y con una sonrisa enigmática, la cual asomaba de vez en cuando en su rostro.